jueves, 11 de febrero de 2016

[PAÍS VASCO] El legado piadoso de Ochoa, una aproximación a los testamentos medievales

Imagen de El séptimo sello, dirigida por Ingmar Bergman
Bienvenidos un día más a una nueva entrada de Las huellas perdidas de Odiseo que esperamos sea otra vez de vuestro agrado. En esta ocasión nos vamos a adentrar en el mundo medieval, en concreto en la tumultuosa Edad Media castellana, valiéndonos de un documento de la época que intentamos recordar. Y es que nuestra intención es hablaros un poco de aquello que hoy queda relegado en nuestras vidas pero que, sin embargo, en aquel periodo formaba una parte importante del mundo cotidiano de las personas. Nos referimos a la muerte, esa triste compañera que siempre nos sigue los pasos y que en un pasado no muy lejano era vista como un fenómeno mucho más natural e incluido en la conciencia de todas las personas. Para ello nos valdremos de un somero análisis de un testamento perteneciente a un pequeño noble vizcaíno llamado Ochoa que vivió entre dos siglos (XIV-XV) y que fue padre del más celebrado cronista vascongado, Lope García de Salazar. Ochoa García de Salazar fue el prototipo de belicoso caballero del espacio y momento que le vio vivir, ornado con un periplo vital azaroso y cruento, pasado que intenta paliar de alguna forma por el bien de su alma en ese último acto de voluntad vital como es el testamento. Las donaciones a la Iglesia realizadas tras el deceso eran el instrumento mediante el cual los hombres intentaban redimir sus pecados y alcanzar la vida eterna en el paraíso, el breve comentario del legado piadoso de Ochoa es, por tanto, el tema principal de este texto.


Anexo I. Donaciones pías

Las donaciones que los hombres y mujeres del Medievo realizaban a la Iglesia formaban parte de un fenómeno religioso de gran calado con repercusiones económicas y sociales muy profundas. El propósito  principal de estos fieles consistía en la voluntad salvífica de la propia alma que se intentaba favorecer a través de las dádivas que el difunto otorgaba a las diferentes instituciones eclesiásticas tras el óbito. Al mismo tiempo se urdía un fuerte vínculo entre vivos y muertos, por medio de las oraciones que los primeros realizaban para los fallecidos o por otro tipo de acciones, como pudieren ser las peregrinaciones a lugares santos bajo encargo de los ya sin vida. Finalmente, comentar siquiera la fuente inagotable de recursos que para la Iglesia suponía este tipo de transferencia de riquezas, siendo un pilar fundamental del poder que conservaba en la sociedad medieval.



Dibujo de la Torre de Muñatones
Ochoa de Salazar (1374-1439) fue un componente destacado de la nobleza del Señorío de Vizcaya con un poderío sobre todo efectivo dentro de este espacio norteño de la Corona castellana, aunque hemos de precisar que no fue capaz de compararse con esos grandes señores alaveses que se vieron aupados en la cúspide del poder del reino con el advenimiento de la dinastía Trastámara. Nos ubicamos ante un pariente mayor que dispone de un amplio haz de diferentes propiedades –como sería el solar del linaje o la casa torre enclavada en él– y fuentes de ingresos, desde aquellas derivadas del patronato de alguna iglesia hasta otras como pueden ser características para este linaje: las representadas por las rentas extraídas de la producción ferrona. No obstante, la crisis bajomedieval también afectó gravosamente al estamento en el que está inserto y así vemos como parte de esta pequeña nobleza reacciona de diversas maneras, ya sea aumentando la exacción señorial a sus dependientes, inmiscuyéndose en las famosas “luchas de bandos” o buscando el servicio remunerado al rey.


Anexo II. Lucha de Bandos

La imagen de estas lizas como meros conflictos internobiliarios ya no es factible y como nos previno en su día el profesor Cortázar, en estas rivalidades se dirime un combate por quién “vale más” pero bajo esta competición se esconde un fenómeno histórico de marcado carácter poliédrico que en su concepción más sencilla adopta una forma trinitaria: el enfrentamiento entre la nobleza rural con sus propios labradores sobre quienes se agudiza la presión señorial en afán de sobrellevar la crisis bajomedieval; el conflicto de esa misma nobleza con las nuevas realidades sociales y económicas representadas por las villas; la encarnizada lucha de los belicosos nobles rurales entre sí mismos (García de Cortázar).


Sobre la religiosidad real de Ochoa poco podemos saber más allá de las clausulas que se encargan de este aspecto dentro de su testamento y éstas mantienen la peligrosidad de quedar únicamente plasmadas a manera de un mero formulismo que no refleja el carácter real de la persona que lo suscribe. Subrayar la azarosa vida de Ochoa, jalonada por los hechos de armas, rapiñas y represión al campesinado, etc. Perfil que por otra parte se corresponde fidedignamente con los otros miembros de su clase, como bien quedará mostrado en la trayectoria vital de su propio hijo y sucesor. Ochoa bandeará briosamente en las disputas nobiliarias, su rivalidad con los Velasco es un excelente ejemplo; el papel activo como represor de las revueltas originadas contra el excesivo influjo señorial también nos fue evidenciado en su socorro al señor de Ayala en el alzamiento del valle de Leniz de 1423 contra Pedro Vélez de Guevara; por fin, vemos como probable una vida de excesos propicia para todo tipo de abusos contra las gentes de menor condición.





Anexo III. Lope Garcia de Salazar, sus Bienandanzas y Fortunas

Lope García de Salazar (1399-1476) es el más famoso cronista medieval de la Edad media vasca. A él debemos la monumental obra de las Bienandanzas y Fortunas, un compendio que supone un rico manantial de noticias de la época que le vio nacer. En estas páginas podemos descubrir la belicosidad de la nobleza vascongada del tiempo, sus luchas internas o las pugnas contra las cada vez más poderosas ciudades del territorio. En este sentido el propio Lope García de Salazar puede ser un paradigma de esta clase de hombres, tras una vida llena de pendencias por la que incluso se ganó un exilio en la frontera para luchar contra los moros- después de un edicto de Enrique IV- murió preso a manos de su propia familia en su torre-fortaleza de Portugalete. Te recomendamos leer la nueva edición de su historia pergeñada a manos de María Consuelo Villacorta Macho.

María Consuelo Villacorta Macho


Revuelta campesina


La postura con la que el hombre se enfrenta a la muerte, la forma que tiene éste de abrazar su finitud y cómo se prepara para el juicio que decidirá su destino por toda la eternidad guarda una singular trascendencia y queda notablemente dibujada en la práctica testamentaria, siendo la tipología de documentos que se insertan en este campo los predominantemente utilizados por los especialistas para la aprehensión del fenómeno mortuorio. En estos textos, junto a las disquisiciones teológicas con las que dan comienzo, se incluyen unas cláusulas en las que se detallan las donaciones pías, aquellas disposiciones destinadas a facilitar la salvación del alma, quedando establecidos con ellas los medios para sufragar este fin. No es de extrañar por tanto que algunos autores hayan considerado esta práctica como un medio de preparar un “pasaporte para el más allá” (Le Goff).

Anexo IV. Documento testamento Ochoa García de Salazar

"En el nonbre de Dios e de Santa María su Madre, amén. Sepan cuantos esta carta de testamento y mandas bieren cómo yo Ochoa de Salazar caballero, morador en Sant Martín de Somorrostro, estando enfermo del cuerpo y sano de la voluntad cual Dios Padre me lo quiso dar e prestar e aviendo temor de la muerte porque natural cosa es que todos los que en este mundo nacen an de finar e por lebar la mi ánima a la más libre carrera a juicio de Dios e por mis herederos apaziguar.Conosco e otorgo que fago e ordeno y establezco este mi testamento y mandas éste que muestra la mi postrimera voluntad. Primeramente, mando la mi alma a Dios Padre que la crió e la redimió por la su preçiosa sangre e mando que si de mí algo aconteçiere cosa como de muerte que entierren el mi cuerpo en la iglesia de Sant Martín de Somorrostro delante el altar e mando que me entierren con ábito de San Françisco e mando que den al fraile que diere el ábito para mi cuerpo otro ábito nuevo.Iten mando más, que traigan por mi alma un cautibo de tierra de moros e que den para lo quitar treinta coronas de oro del cuño de Françia. Iten más mando, que den por mi ánima un romero a la iglesia de Santa María de la Peña de Françia e que inbíen con el dicho romero para la obra de la dicha iglesia de Santa María çien maravedís. Iten mando más, que fagan dezir en Sant Martín de Somorrostro donde mi cuerpo yaze enterrado en cada semana para siempre jamás tres misas en esta guisa, la una en el domingo e la otra en el lunes e la otra en el viernes. E que las digan los clérigos de la iglesia de San Julían de Musques e que les den por ello a los dichos clérigos de Sant Julian la mi viña que yo en Sobarbardun en la colaçion de san Julián de Musques que es ateniéndose: de una parte la pieça de tierra de parral que fue de Juan Françes, e de otra parte al camino e de otra parte a la Varrera, e de otra parte a las tierras y heredades de La Magdalena, e de otras parte a las Biñas que fueron (en blanco). Pero con tal condiçion les mando que si mis herederos la quisieren tener e labrar y esquilmar que la puedan tener con tal condiçion que en cada año por siempre jamás den a los dichos clérigos porque digan las dichas tres misas en cada semana trezientos maravedís, pero si los dichos mis herederos quisieren desipar e dexar a perder la dicha viña por tal guisa que se perdiese la dicha renta d´lla, en tal caso mando que los dichos clérigos la puedan fazer e reparar por tal guisa que se non pierda la dicha renta de los dichos trecientos maravedís. Iten mando más, que fagan dezir por mi alma en todas las iglesias de Galdames e Sopuerta e Somorrostro e Portogalete en cada una diez misas e se den por dezirlas a los clérigos o religiosos que las dixieren lo que es acostunbrado. Iten más mando, que de mis bienes fagan más ancha la dicha iglesia de Sant Martín adonde mi cuerpo ha de yacer segund a los mis fijos vien bisto les fuere. Iten más mando, que fagan la dicha capilla de la dicha iglesia de Sant Martín donde mi cuerpo ha de yazer enterrado. Iten mando más, un trentanario e que las diga Juan, abad de Sant Martín (...)".

(BRAH, Colec. Salazar, M-140, fols. 313-314) Transcripción realizada por Sabino Aguirre de Gandarias.



Descubrimiento de un cráneo
Una vez leído este fragmento es flagrante desde el comienzo la similitud con la de otros escritos de misma clase oriundos de las restantes regiones de la Corona y del occidente cristiano (invocación, preámbulo justificativo, concesiones pías en beneficio del alma, disposiciones relativas a los bienes terrenales, etc.). Desde un primer momento nos declara el objetivo que le induce a componer por escrito sus últimos deseos y éstos no serán otros que procurar su salvación final en el venidero laudo divinal que le espera y al mismo tiempo, apaciguar a sus herederos. Evitar las querellas relativas a los bienes materiales del finado que pudieren surgir una vez que el hecho inexcusable y natural de la muerte se llevase del mundo terrenal al temeroso Ochoa. Miedo y enfermedad que no le impiden declarar que está en completo uso de sus facultades mentales, factor esencial para que no hubiese reticencias legales en el cumplimiento de estos últimos mandatos. Un juicio divino es lo que en última instancia le aguarda al difunto, en donde se le evaluaría por las acciones llevadas a cabo durante su periodo vital y se decide si el porvenir que le aguarda es la salvación de su alma o por el contrario estaba destinado a sufrir la condenación eterna.


Calle García Salazar en Bilbao

Como conclusión queremos destacar la importancia de este tipo de documentos para descubrir la mentalidad de las personas que vivieron en un pasado tan remoto y cuya forma de ser se nos escapa por la escasez de fuentes históricas existentes. Pese a encontrarnos con un tipo de textos que en ocasiones caen en el formulismo, debemos de tener en cuenta que se tratan de unos documentos muy personales que de alguna forma reflejan la actitud más íntima que un individuo mantiene cuando se acerca el momento de su fallecimiento. Al mismo tiempo, somos capaces de vislumbrar otros aspectos más mundanos  de la existencia en este intervalo cronológico pues el elemento clave del testamento es la decisión sobre los bienes materiales que el difunto poseía en vida. Nos sirven pues para conocer numerosos detalles sobre el sistema social y económico en el que  estaba articulado el personaje en cuestión. Animamos por todo ello a la lectura detenida y sosegada de la voluntad de estos hombres.

Muchas gracias un día más por vuestra paciencia y atención.

Hasta la próxima entrada de Las huellas perdidas de Odiseo.

Un abrazo.

Sergio D.S.

Bibliografía

- AGUIRRE GANDARIAS, S.: Lope García de Salazar : el primer historiador de Bizkaia (1399-1476), Diputación foral de Bizkaia-Departamento de cultura , 1994 .
- ARIÈS, P.: El hombre ante la muerte, Taurus, 1983.
DACOSTA, A.: Los linajes de Bizkaia en la Baja Edad Media: poder, parentesco y conflicto, Universidad del País Vasco, 2003.
- LOPE GARCÍA DE SALAZAR: Libro de las buenas andanças e fortunas que fizo Lope Garcia de Salazar, Universidad del País Vasco (Edición de María Consuelo Villacorta Macho).

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