Imagen de El séptimo sello, dirigida por Ingmar Bergman |
Bienvenidos un día más
a una nueva entrada de Las huellas
perdidas de Odiseo que esperamos sea otra vez de vuestro agrado. En esta
ocasión nos vamos a adentrar en el mundo medieval, en concreto en la tumultuosa
Edad Media castellana, valiéndonos de un documento de la época que intentamos recordar.
Y es que nuestra intención es hablaros un poco de aquello que hoy queda
relegado en nuestras vidas pero que, sin embargo, en aquel periodo formaba una
parte importante del mundo cotidiano de las personas. Nos referimos a la
muerte, esa triste compañera que siempre nos sigue los pasos y que en un pasado
no muy lejano era vista como un fenómeno mucho más natural e incluido en la conciencia
de todas las personas. Para ello nos valdremos de un somero análisis de un
testamento perteneciente a un pequeño noble vizcaíno llamado Ochoa que vivió
entre dos siglos (XIV-XV) y que fue padre del más celebrado cronista
vascongado, Lope García de Salazar. Ochoa García de Salazar fue el
prototipo de belicoso caballero del espacio y momento que le vio vivir, ornado con un periplo vital azaroso y cruento, pasado que intenta paliar de alguna forma por
el bien de su alma en ese último acto de voluntad vital como es el testamento.
Las donaciones a la Iglesia realizadas
tras el deceso eran el instrumento mediante el cual los hombres intentaban
redimir sus pecados y alcanzar la vida eterna en el paraíso, el breve
comentario del legado piadoso de Ochoa es, por tanto, el tema principal de este
texto.
Anexo I. Donaciones pías
Las donaciones que los hombres y mujeres
del Medievo realizaban a la Iglesia formaban parte de un fenómeno religioso
de gran calado con repercusiones económicas y sociales muy profundas. El propósito principal de estos fieles consistía en la voluntad salvífica de la propia alma que se intentaba favorecer a través de las dádivas que el difunto otorgaba a
las diferentes instituciones eclesiásticas tras el óbito. Al mismo tiempo se urdía un fuerte vínculo
entre vivos y muertos, por medio de las oraciones que los primeros realizaban para los
fallecidos o por otro tipo de acciones, como pudieren ser las peregrinaciones
a lugares santos bajo encargo de los ya sin vida. Finalmente, comentar
siquiera la fuente inagotable de recursos que para la Iglesia suponía este
tipo de transferencia de riquezas, siendo un pilar fundamental del poder que conservaba en la sociedad medieval.
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Dibujo de la Torre de Muñatones |
Anexo
II. Lucha de Bandos
La imagen de estas lizas como meros
conflictos internobiliarios ya no es factible y como nos previno en su día el
profesor Cortázar, en estas rivalidades se dirime un combate por quién “vale
más” pero bajo esta competición se esconde un fenómeno histórico de marcado
carácter poliédrico que en su concepción más sencilla adopta una forma
trinitaria: el enfrentamiento entre la nobleza rural con
sus propios labradores sobre quienes se agudiza la presión señorial en afán
de sobrellevar la crisis bajomedieval; el conflicto de esa misma nobleza con
las nuevas realidades sociales y económicas representadas por las villas; la
encarnizada lucha de los belicosos nobles rurales entre sí mismos (García de
Cortázar).
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Sobre la religiosidad real de Ochoa poco podemos saber más allá de las clausulas que se encargan de este aspecto dentro de su testamento y éstas mantienen la peligrosidad de quedar únicamente plasmadas a manera de un mero formulismo que no refleja el carácter real de la persona que lo suscribe. Subrayar la azarosa vida de Ochoa, jalonada por los hechos de armas, rapiñas y represión al campesinado, etc. Perfil que por otra parte se corresponde fidedignamente con los otros miembros de su clase, como bien quedará mostrado en la trayectoria vital de su propio hijo y sucesor. Ochoa bandeará briosamente en las disputas nobiliarias, su rivalidad con los Velasco es un excelente ejemplo; el papel activo como represor de las revueltas originadas contra el excesivo influjo señorial también nos fue evidenciado en su socorro al señor de Ayala en el alzamiento del valle de Leniz de 1423 contra Pedro Vélez de Guevara; por fin, vemos como probable una vida de excesos propicia para todo tipo de abusos contra las gentes de menor condición.
Revuelta campesina |
La postura con la que el hombre se enfrenta a la muerte, la forma que tiene éste de abrazar su finitud y cómo se prepara para el juicio que decidirá su destino por toda la eternidad guarda una singular trascendencia y queda notablemente dibujada en la práctica testamentaria, siendo la tipología de documentos que se insertan en este campo los predominantemente utilizados por los especialistas para la aprehensión del fenómeno mortuorio. En estos textos, junto a las disquisiciones teológicas con las que dan comienzo, se incluyen unas cláusulas en las que se detallan las donaciones pías, aquellas disposiciones destinadas a facilitar la salvación del alma, quedando establecidos con ellas los medios para sufragar este fin. No es de extrañar por tanto que algunos autores hayan considerado esta práctica como un medio de preparar un “pasaporte para el más allá” (Le Goff).
Anexo
IV. Documento testamento Ochoa García de Salazar
"En
el nonbre de Dios e de Santa María su Madre, amén. Sepan cuantos esta carta
de testamento y mandas bieren cómo yo Ochoa de Salazar caballero, morador en
Sant Martín de Somorrostro, estando enfermo del cuerpo y sano de la voluntad
cual Dios Padre me lo quiso dar e prestar e aviendo temor de la muerte porque
natural cosa es que todos los que en este mundo nacen an de finar e por lebar
la mi ánima a la más libre carrera a juicio de Dios e por mis herederos
apaziguar.Conosco e otorgo que fago e ordeno y establezco este mi testamento
y mandas éste que muestra la mi postrimera voluntad. Primeramente, mando la
mi alma a Dios Padre que la crió e la redimió por la su preçiosa sangre e
mando que si de mí algo aconteçiere cosa como de muerte que entierren el mi
cuerpo en la iglesia de Sant Martín de Somorrostro delante el altar e mando
que me entierren con ábito de San Françisco e mando que den al fraile que
diere el ábito para mi cuerpo otro ábito nuevo.Iten mando más, que traigan
por mi alma un cautibo de tierra de moros e que den para lo quitar treinta
coronas de oro del cuño de Françia. Iten más mando, que den por mi ánima un
romero a la iglesia de Santa María de la Peña de Françia e que inbíen con el
dicho romero para la obra de la dicha iglesia de Santa María çien maravedís.
Iten mando más, que fagan dezir en Sant Martín de Somorrostro donde mi cuerpo
yaze enterrado en cada semana para siempre jamás tres misas en esta guisa, la
una en el domingo e la otra en el lunes e la otra en el viernes. E que las
digan los clérigos de la iglesia de San Julían de Musques e que les den por
ello a los dichos clérigos de Sant Julian la mi viña que yo en Sobarbardun en
la colaçion de san Julián de Musques que es ateniéndose: de una parte la
pieça de tierra de parral que fue de Juan Françes, e de otra parte al camino
e de otra parte a la Varrera, e de otra parte a las tierras y heredades de La
Magdalena, e de otras parte a las Biñas que fueron (en blanco). Pero con tal
condiçion les mando que si mis herederos la quisieren tener e labrar y
esquilmar que la puedan tener con tal condiçion que en cada año por siempre
jamás den a los dichos clérigos porque digan las dichas tres misas en cada
semana trezientos maravedís, pero si los dichos mis herederos quisieren
desipar e dexar a perder la dicha viña por tal guisa que se perdiese la dicha
renta d´lla, en tal caso mando que los dichos clérigos la puedan fazer e
reparar por tal guisa que se non pierda la dicha renta de los dichos trecientos
maravedís. Iten mando más, que fagan dezir por mi alma en todas las iglesias
de Galdames e Sopuerta e Somorrostro e Portogalete en cada una diez misas e
se den por dezirlas a los clérigos o religiosos que las dixieren lo que es
acostunbrado. Iten más mando, que de mis bienes fagan más ancha la dicha
iglesia de Sant Martín adonde mi cuerpo ha de yacer segund a los mis fijos
vien bisto les fuere. Iten más mando, que fagan la dicha capilla de la dicha
iglesia de Sant Martín donde mi cuerpo ha de yazer enterrado. Iten mando más,
un trentanario e que las diga Juan, abad de Sant Martín (...)".
(BRAH,
Colec. Salazar, M-140, fols. 313-314) Transcripción realizada por Sabino
Aguirre de Gandarias.
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Descubrimiento de un cráneo |
Una vez leído este
fragmento es flagrante desde el comienzo la similitud con la de otros escritos
de misma clase oriundos de las restantes regiones de la Corona y del occidente
cristiano (invocación, preámbulo justificativo, concesiones pías en beneficio
del alma, disposiciones relativas a los bienes terrenales, etc.). Desde un
primer momento nos declara el objetivo que le induce a componer por escrito sus
últimos deseos y éstos no serán otros que procurar su salvación final en el
venidero laudo divinal que le espera y al mismo tiempo, apaciguar a sus
herederos. Evitar las querellas relativas a los bienes materiales del finado
que pudieren surgir una vez que el hecho inexcusable y natural de la muerte se
llevase del mundo terrenal al temeroso Ochoa. Miedo y enfermedad que no le
impiden declarar que está en completo uso de sus facultades mentales, factor
esencial para que no hubiese reticencias legales en el cumplimiento de estos
últimos mandatos. Un juicio divino es lo que en última instancia le aguarda al
difunto, en donde se le evaluaría por las acciones llevadas a cabo durante su
periodo vital y se decide si el porvenir que le aguarda es la salvación de su
alma o por el contrario estaba destinado a sufrir la condenación eterna.
Calle García Salazar en Bilbao |
Como conclusión
queremos destacar la importancia de este tipo de documentos para descubrir la
mentalidad de las personas que vivieron en un pasado tan remoto y cuya forma de
ser se nos escapa por la escasez de fuentes históricas existentes. Pese a
encontrarnos con un tipo de textos que en ocasiones caen en el formulismo,
debemos de tener en cuenta que se tratan de unos documentos muy personales que
de alguna forma reflejan la actitud más íntima que un individuo mantiene cuando
se acerca el momento de su fallecimiento. Al mismo tiempo, somos capaces de
vislumbrar otros aspectos más mundanos de la existencia en este intervalo cronológico
pues el elemento clave del testamento es la decisión sobre los bienes
materiales que el difunto poseía en vida. Nos sirven pues para conocer
numerosos detalles sobre el sistema social y económico en el que estaba articulado el personaje en cuestión.
Animamos por todo ello a la lectura detenida y sosegada de la voluntad de estos
hombres.
Muchas gracias un día
más por vuestra paciencia y atención.
Hasta la próxima
entrada de Las huellas perdidas de Odiseo.
Un abrazo.
Sergio D.S.
Bibliografía
- AGUIRRE GANDARIAS, S.:
Lope García de Salazar : el primer historiador de Bizkaia (1399-1476),
Diputación foral de Bizkaia-Departamento de cultura , 1994 .
- ARIÈS, P.: El hombre
ante la muerte, Taurus, 1983.
- DACOSTA, A.: Los
linajes de Bizkaia en la Baja Edad Media: poder, parentesco y conflicto,
Universidad del País Vasco, 2003.
- LOPE GARCÍA DE SALAZAR:
Libro de las buenas andanças e fortunas que fizo Lope Garcia de Salazar,
Universidad del País Vasco (Edición de María Consuelo Villacorta Macho).
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