lunes, 20 de marzo de 2017

Para contaminación, la de Pekín

Bienvenidos a una nueva entrada de Las huellas perdidas de Odiseo. Aquí os adjunto el enlace de mi segundo cuento chino para el periódico digital Te Interesa:

"Mi segunda entrega de cuentos chinos empieza con un saludo: ¡Ni hao!, o para que me entendáis en nuestra lengua cervantina, esa palabra viene a significar “hola” y representa todo mi conocimiento de chino aprendido hasta el momento. Si bien soy capaz de sobrevivir con el inglés en mi puesto de trabajo, fuera del campus las posibilidades de comunicarse descienden vertiginosamente. Acciones cotidianas como hacer la compra pueden resultar más complicadas de lo normalmente esperado. Y es que ¿cómo pides una bolsa en la que meter esas curiosas cosas para comer que no sabes ni qué son?..." (Pulsa el enlace si quieres leer más)


Artículo completo:

Mi segunda entrega de cuentos chinos empieza con un saludo: ¡Ni hao!, o para que me entendáis en nuestra lengua cervantina, esa palabra viene a significar “hola” y representa todo mi conocimiento de chino aprendido hasta el momento. Si bien soy capaz de sobrevivir con el inglés en mi puesto de trabajo, fuera del campus las posibilidades de comunicarse descienden vertiginosamente. Acciones cotidianas como hacer la compra pueden resultar más complicadas de lo normalmente esperado. Y es que ¿cómo pides una bolsa en la que meter esas curiosas cosas para comer que no sabes ni qué son? Recordar el baile del “aserejé” puede servir de ayuda para que la cajera te entienda. Al final los gestos junto con las diferentes señales realizadas con el cuerpo son unas herramientas básicas de comunicación a cuyo uso te ves obligado. Sonreír también ayuda para relacionarte con estos diligentes asiáticos. Una permanente sonrisa aunque no sepas absolutamente nada de lo que te están diciendo y, por ejemplo, no estás seguro de si tu taxista te lleva al destino que le has indicado gracias a un papel escrito con unos caracteres un tanto difíciles de comprender.


En esos viajes hacia lo desconocido comienzas a explorar una ciudad que ofrece un gran número de atracciones para el turista. De todas ellas quizá la Ciudad prohibida y la plaza Tiananmen son las más famosas. Una fotografía obligada es ese “selfie” con la imagen de Mao a tus espaldas y si, además, portas una banderita de esta nación comprada para la ocasión: ¡Felicidades!, eres el perfecto turista. Curiosamente, un docente chino me dijo que no era necesario que adquiriese dicho símbolo como muestra de amistad. No sabía todavía que a los españoles nacidos en el País Vasco nos encanta llevar otras banderas en muchas ocasiones. A destacar la amabilidad de “Martin”, un compañero de trabajo que en su día libre nos lleva a visitar los monumentos históricos a todos los profesores occidentales que entramos en su coche. Disponibilidad que ha sido compartida muchas veces por otras colegas del centro que nos auxilian en nuestra vida diaria, en acciones tan cotidianas como poner una lavadora (cuyos botones están señalados en su idioma), hasta otras como acudir al banco o a variadas instituciones públicas. Es estas sedes en dónde fácilmente puedes toparte a otros occidentales que como niños pequeños son cuidados por sus guías del lugar.


La contaminación es quizá lo que menos me ha gustado desde que aterricé en el país y una de las cosas que más me han sorprendido. Si vienes a Beijing olvídate de los niveles de polución a los que estamos acostumbrados los europeos, aquí se sobrepasan con holgura. Este problema potencia en gran medida tu conciencia medioambiental, sobre todo cuando te ves paseando por la calle con una máscara sobre la cara y tu atuendo no responde al deseo de ser un ninja. Al de pocos días seguro que te has instalado una app en el teléfono que mide la calidad del aire e incluso comentas alegremente con tus amigos las evaluaciones presentes y estimaciones de las próximas jornadas. Parece ser que los efectos de la polución atmosférica se sienten más en el invierno y son más tenues en la etapa veraniega. Hacer ejercicio por la calle tampoco es muy recomendable, por mucho que unos cuantos voluntariosos orientales te animen con su ejemplo a lo largo del día. Desde muy temprano observo a vecinos jugando al ping-pong, luego es fácil advertir a mis alumnos practicando diversos deportes (fútbol, baloncesto, atletismo…), para finalmente al caer la noche encontrarte a un gran número de personas de mediana edad bailando al son de la música tradicional. Un entretenimiento realmente curioso y que impacta a un occidental que espera descubrir a un pueblo permanentemente ocupado en el trabajo. Una muestra de ocio que combina diferentes melodías y danzas realizadas, eso sí, de manera colectiva. Y con este espectáculo diario que cierra el día, me despido hasta el siguiente cuento chino.



Imagen tomada en un parque en un día sin contaminación

Muchas gracias por vuestra atención.

Un abrazo, 

Sergio D.S.

lunes, 6 de marzo de 2017

Estancia en Beijing (China)

Hola a todos y muchas gracias por leer un día más Las huellas perdidas de Odiseo. El blog ha estado inactivo últimamente porque estoy trabajando en Pekín (China). Podéis seguirme a través de mis artículos en el periódico digital Te interesa.

http://www.teinteresa.es/mundo/contaminacion-Pekin_0_1762623763.html

El artículo completo:

Este es el cuento de un español que ha decidido vivir una aventura en Beijing, un nuevo comienzo en una trayectoria plagada con unos cuantos de ellos. Aunque soy historiador, habiendo trabajado en España y en Italia como tal, ahora sobrevivo como profesor de español en la tierra de Mao. Menciono a este padre de la patria porque va a ser precisamente su rostro lo que vais a ver en todos los billetes que cambiéis en el aeropuerto si algún día os apetece visitar este país. En mi caso diría que el siguiente hombre chino que recuerdo en estas instalaciones es el director del colegio internacional donde actualmente ejerzo como docente. Y puedo añadir que fue en ese preciso momento cuando las ideas preconcebidas que tenía de China se empezaron a derrumbar, puesto que lo primero que hizo este caballero tras recibirme fue llevar mi maleta como muestra de hospitalidad. Hospitalidad que se ha repetido continuamente hasta ahora con todos los chinos que he encontrado en la escuela, preocupados de continuo para que no me faltase nada. El segundo detalle a llamar mi atención fue el poder adquisitivo que ostentan en este momento, el cual puede ser fácilmente advertido desde el parking de la propia terminal, en donde prácticamente todos los coches eran nuevos. Fijarse en el automóvil de los demás en China no es ni mucho menos indiscreción o una muestra incipiente de envidia, más bien una acción nacida desde un profundo instinto de supervivencia ya que aquí los vehículos tienen absoluta preferencia cuando circulan, también  incluso en los pasos de peatones. Entonces queda la pregunta ¿Para qué sirven estas indicaciones? Un misterio asiático, como sus otras señales de tráfico escritas con esos graciosos e ilegibles caracteres chinos.


Los primeros días de mi estancia han sido ciertamente entretenidos y plagados de actividades, desde aquellas típicamente burocráticas hasta esas otras clásicas de mi puesto de trabajo. Entre las primeras puedo comentar mi visita a la comisaría más cercana para registrarme como extranjero, trámite que recuerdo con cierta nostalgia porque ha sido realizado por una guapa policía. En cuanto a mis responsabilidades laborales imagino que serán facilitadas tanto por la actitud positiva de los estudiantes chinos, como por sus ganas de aprender o el perenne respeto que muestran al profesor, etc. A veces creo que son más disciplinados que yo. Al menos eso pienso cuando les veo desfilar alegremente por el patio del colegio con la bandera de su nación o en esos intervalos en los que están escuchando discursos en una formación casi militar. En estos momentos plácidamente tomo café desde la ventana, producto especialmente traído para los profesores extranjeros y cuyas posibilidades de consumo son ilimitadas. Paradójicamente, así nos tienen tranquilos.


Un sosiego, por otro lado, buscado a nivel nacional por las autoridades chinas dado que sería conveniente recordar la censura existente en internet cuando hablamos del lugar. El acceso a Facebook, Blogger, Google, Gmail, Instagram... está prohibido. Pese a todo, no estamos obligados a olvidar todas nuestras costumbres digitales, por ejemplo Whatsup funciona normalmente y consecuentemente todavía podremos felizmente molestar a horas extrañas a todos nuestros amigos de España con este dispositivo. Sin embargo, si quieres tratar con mis vecinos orientales es mejor que te vayas instalando WeChat. Una aplicación que no conocía hasta mi llegada y cuyo uso puede resultar atractivo para curiosear las fotos compartidas por otros usuarios con los que estás conectado. Como no tengo vuestro Wechat os contaré mis experiencias desde Teinteresa y espero que al menos sean amenas.


¡Ah! Me llamo Sergio y soy de Bilbao, otro español que en tiempos de crisis se ha buscado la vida. Puedo decir que no me ha ido mal y es más, en cierto sentido, estoy agradecido de que las circunstancias me hayan animado a dejar España ¡Al menos por ahora!









Quizá también escriba aquí alguna entrada nueva. Muchísimas gracias por vuestra atención.

Hasta la próxima entrega de Las huellas perdidas de Odiseo.

Un abrazo, 

Sergio D.S.