lunes, 26 de septiembre de 2016

[RECENSIÓN] Memorias políticas de Alfonso Guerra

Bienvenidos una vez más a una nueva entrada de Las huellas perdidas de Odiseo que espero sea de vuestro agrado. Esta vez nos dedicaremos a pergeñar una pequeña recensión de las memorias ofrecidas por uno de los políticos españoles más relevantes de nuestra historia reciente, nos estamos refiriendo a Alfonso Guerra. Un hombre que ha dedicado su vida a la política, siendo una de las máximas figuras del socialismo español contemporáneo, protagonista de la Transición y vicepresidente del primer gobierno socialista tras la dictadura franquista. El binomio excepcional establecido con Felipe González les permitió transformar el socialismo español desde la resistencia democrática al régimen franquista hasta hacer posible la posterior toma de poder en 1982. Alfonso Guerra ha publicado tres libros sobre su trayectoria personal y política, abarcando la práctica totalidad de su agitado periplo vital. Debemos destacar desde el principio lo ameno de la lectura de estos escritos y la cantidad ingente de datos históricos, anécdotas personales, opiniones de todo género, digresiones artísticas o literarias, etc. que suministra con fruición a lo largo de los tres volúmenes. Un estilo muy peculiar y atracivo que consigue una cercanía ineludible con el autor, pareciendo que en muchos momentos estemos asistiendo a una conversación íntima que de otro modo sería imposible y la cual nos permite descubrir al hombre escondido detrás de la siempre engañosa imagen de personaje público.

Alfonso Guerra, presente y pasado


La voluntad

En política- ¿En qué actividad no es igual? – la fe en lo que se defiende proporciona determinación, seguridad y éxito, porque los que te escuchan creen en lo que les dices solo si perciben que tú crees lo que dices”.  (Tomo I, pág. 256)

Las obras redactadas por Alfonso Guerra se agrupan en una trilogía fácilmente accesible para todos:

Cuando el tiempo nos alcanza. Memorias (1940-1982), Espasa, Madrid, 2004.
Dejando atrás los vientos. Memorias (1982-1991), Espasa, Madrid, 2006.
Una página difícil de arrancar. Memorias (1991-2011), Planeta, Barcelona, 2013.




Valoramos la autobiografía como una excelente fuente histórica, a través de ella percibimos los pensamientos más cercanos y una reconstrucción del pasado diseñada, planeada y tamizada por el propio protagonista. Relato vital que nos permite justipreciar los códigos de creencias o valores, un elenco abigarrado de opiniones que de alguna manera nos acerca a la atmósfera de ese huidizo pasado que intentamos por todos los medios revivir. No obstante, lejos debemos quedar de una confianza ciega, ese caudal informativo debe ser comprobado con el recurso de otras fuentes históricas de variado tipo. En este sentido, como veremos, el texto del vicepresidente resulta una excelente muestra por sus silencios, ambigüedades, parcialidad, deseos de justificación, frivolidad e incluso ironía o descuido, causas que tendrán como ineluctable corolario la imperiosa necesidad de diferentes testimonios con el que corroborar, completar o incluso refutar la versión de nuestro personaje.

El tandem Felipe-Alfonso


Alfonso Guerra en su niñez
Alfonso Guerra, nacido en Sevilla sobre 1940 cristalizó como un dirigente del PSOE en su ciudad natal desde edad muy temprana, estando aún el partido en clandestinidad. Entró a formar parte de la ejecutiva socialista en 1970 y ha de permanecer en ella hasta el histórico triunfo electoral de Felipe González el 28 de octubre de 1982. Diputado por Sevilla desde 1977, fue nombrado vicepresidente del Gobierno en diciembre de 1982 y sostuvo desde entonces, como había acontecido hasta el momento, estrecha relación con el otro magno dirigente del PSOE del tiempo: Felipe González. Durante años se aseguró una comunicación fluida entre el gobierno y el partido socialista, en cuyo aparato Alfonso poseía un alto nivel de influencia. Un trato que se mostró mucho más decisivo que el que disfrutaban otros miembros del gabinete, como pudieren ser Boyer o Solchaga, menos inclinados a la izquierda que nuestro destacado vicepresidente. Hubo de presentar su dimisión en 1991 como consecuencia de un escándalo de tráfico de influencias en el que estaba implicado su hermano Juan, no obstante, volvió a ser reelegido como vicesecretario del partido en 1994, cargo que ha ostentado hasta 1997. Cabeza de los sectores más inclinados hacia tendencias de izquierdas, conocidos como “guerristas”, se opone a compañeros de partido que por algunos son tildados como “renovadores”. Todavía mantiene influencia a día de hoy pero en un segundo plano, alejado de la actualidad política al abandonar el Congreso en 2014 tras 37 años como diputado.

Alfonso Guerra en Rodiezmo con el presidente Zapatero

A lo largo de los años en los que Guerra estuvo en la vicepresidencia del Gobierno una abigarrada serie de problemas de heterogénea etiología debió ser afrontada: Ley del aborto, un virulento terrorismo vascongado, la reconversión industrial de España, el Plan Energético Nacional de 1984, la reorganización del sistema educativo, los conflictos entre agrupaciones de izquierda (en especial el de UGT y PSOE), el apaciguamiento del ejército, la marcha atrás sobre la OTAN, el ingreso en la Unión Europea, los gravosos desafíos de los nacionalismos periféricos, la corrupción, etc.


Nacionalismo

El paso cualitativo que agrava la perspectiva es que ahora todos estos nacionalismos se enseñan en las escuelas, lo que creará en el futuro unas generaciones sin concepción nacional, con una concepción nacionalista ligada al territorio y a la mística fabricada por los actores políticos, mediáticos y culturales” (Tomo 2, pág. 71)

Siempre he creído en el derecho a defender las tesis nacionalistas y lo he apoyado, pero también el derecho a discrepar de ellas. El problema está en que no se da la reciprocidad, los nacionalismos admiten mal las críticas, tienden a descalificar al crítico excluyéndolo de la comprensión del problema. “Los que no sean de aquí ¿qué pueden saber de nuestros problemas?” Pretenden poseer una legitimidad de origen para descalificar. Tal espíritu descalificador funciona como una coacción sobre el que disiente de la tesis nacionalista, provocando un cierto miedo para expresar libremente el punto de vista por temor a merecer el anatema de antinacionalista, o lo que es aún peor en el caso nuestro, nacionalista español”. (Tomo III, pág. 514)

El veredicto que por su parte posee un destacado dirigente nacionalista vasco es ilustrativo sobre las diferentes posturas: “[A tenor de la elaboración de la Constitución] Por su parte, Alfonso guerra, sin llegar a esos extremos, lo cierto es que ni entendía nuestras pretensiones ni, como jacobino que es, mostraba el menor interés por entenderlas”.

ARZALLUZ, X., Así fue, Foca, Barcelona, 2005, pág. 174.


De ese listado subrayaremos la especial trascendencia del ingreso de España en la Unión Europea, entre los múltiples beneficios de todo tipo dimanados de este hecho, el vicepresidente expone: “España necesitaba de manera perentoria ser recibida en el seno de la Comunidad Económica Europea, lo que supondría una ventaja doblemente provechosa: significaría una implementación de recursos económicos extraordinarios, y funcionaría como un resorte de disciplina que allanaría muchas de las resistencias a los cambios que sin duda íbamos a encontrar en algunos sectores esclerotizados”. (Tomo 2, pág. 39). El 1 de enero de 1986 España alcanzó ese anhelo tan largamente esperado, el acceso efectivo en la Comunidad Económica Europea (CEE). Con esta anexión al eurogrupo se daba por finalizado una de las grandes frustraciones intelectuales hispanas, silenciada la permanente duda sobre si España debía ser considerada como otra nación más de Europa.




Y llega el momento de señalar los indicios de la decadencia a los que se debió enfrentar el vicepresidente, inconvenientes de muy heteróclita naturaleza: disensiones internas en el partido socialista, enfriamiento de las relaciones establecidas entre Alfonso Guerra y Felipe González, el desgaste propio del Gobierno, los problemas de corrupción, etc. Recalcamos el hecho que finalmente le obligaría a dimitir, aludimos claro está, al escándalo en el que se vio inmerso a causa de su hermano Juan. Aquí podemos encontrar uno de los grandes déficits de la autobiografía, la parcialidad y reducida atención prestada por parte del autor a los desafíos más acuciantes de su mandato. Hecho que contrasta con cierta prestancia a regalar páginas para asuntos de menos enjundia, como su interés por ciertas exposiciones culturales o cierta inclinación a regalar comentarios que alcanzan, a veces, un alto grado de frivolidad.


Vidas paralelas

Joaquín Almunia
Continuamente saltaban chispas que reflejaban la tensión existente entre Felipe y Alfonso ¿En qué momento dejó de existir ese tándem? Ni es fácil de situar una fecha concreta el origen de su progresivo distanciamiento, ni determinar el día exacto en que definitivamente dejó de existir la colaboración que ambos habían mantenido desde los años sesenta. De hecho, las relaciones que mantuvieron entre sí los dos grandes protagonistas de la reconstrucción del PSOE a lo largo de todo ese periodo estuvieron caracterizadas por una gran complejidad. Sus talantes personales y políticos son muy diferentes; el perfil de su entorno de colaboradores, bastante opuesto; su concepción de partido y su manera de entender la social-democracia, coinciden poco. Pero durante muchos años, sin embargo, esas dos personalidades tan marcadas, y tan distintas, mantuvieron una colaboración estrecha y fructífera”.

ALMUNIA, J., Memorias políticas, Aguilar, 2001, Madrid, pág. 311.



Como conclusión, evidenciar nuestra satisfacción por la provechosa lectura de unos compendios autobiográficos de gran rendimiento y utilidad para el lector preocupado por alguna temática que se encuadre dentro del intervalo tratado. El estilo del autor es ameno, de una notable calidad estilística, con lo que el paso de las páginas será ligeramente percibido por aquel mínimamente interesado en lo tratado y es dudoso que se arrepienta del esfuerzo empleado. Alfonso Guerra se muestra próximo, ingenioso, con un destacado sentido del humor que no oscurece al hombre de Estado que sigue siendo, sus silencios -creemos- en muchos de los asuntos abordados son buen testigo de ello. En definitiva, nos hallamos con un testimonio clave para entender los fundamentales años de la consolidación democrática en España. Asentamiento que sigu su curso con la siguiente victoria del Partido Popular en las elecciones de 1996, evidenciando el normal turno político en el ejercicio del gobierno entre los dos grandes partidos de la sociedad española.


Rivalidad

José María Aznar
La última legislatura socialista, la de 1993-1996, resultó muy negativa. En unos cuantos años se acumularon escándalos como los de Banesto, el de KIO, el de Grand Tibidabo, el escándalo de Filesa, el de Ibercorp, el de Gabriel Urralburu en Navarra y el de Manuel Ollero en Andalucía. Incluso el director general de la Guardia Civil y el gobernador del Banco de España se vieron comprometidos con casos muy graves de corrupción (...) Los socialistas no tenían una clara conciencia de qué son y qué significan los controles de Estado”.

AZNAR, J. M., Ocho años de Gobierno, Planeta, 2004, pág. 103.


Pensamos adecuado finalizar con una breve declaración del aludido que quizá sea representativa de su persona: “Claro que hay que servir a los ciudadanos, pero mi objetivo es otro: yo quiero cambiar las cosas. El mundo es muy injusto, lo era antes de llegar mi generación, y probablemente lo seguirá siendo cuando nos vayamos; pero es un acto de decencia, de dignidad, no aceptar la humillante, la cruel desigualdad, que castiga a muchas personas” (Tomo 2, pág. 462).


El reflejo en el espejo

Misión no muy diferente que la que se plantea uno de sus rivales dentro del partido socialista:

Carlos Solchaga
Porque en mi opinión la tarea política fundamental de los socialdemócratas en el futuro es tratar de conciliar el nuevo y seguramente irreversible individualismo que se va asentando en nuestras sociedades conforme se amplían las clases medias con el sentimiento de la necesidad de la cooperación y la preocupación responsable y solidaria por lo colectivo”.

SOLCHAGA, C., El final de la edad dorada, Taurus, 1997, Madrid, pág. 380.



Entrevista a Alfonso Guerra en Negro sobre Blanco (TVE)


Muchas gracias por participar una vez más en Las huellas perdidas de Odiseo.

Un abrazo, Sergio D. S.


Y siempre respeté la palabra dada. En el siglo XIX las relaciones de muchos hombres se regían por el principio del honor, la palabra dada era sagrada. En el siglo XX el honor se esfumó, sustituido por el pudor, el abandono de un compromiso producía al menos pudor. En el nuevo siglo ni honor ni pudor, sólo quedó el descaro”. (Tomo III, pág. 608)


domingo, 29 de mayo de 2016

[EDAD ANTIGUA, ITALIA] Los etruscos (I)

Bienvenidos un día más a una nueva entrada de Las huellas perdidas de Odiseo que espero sea de vuestro agrado. De hecho, lo que me gustaría inaugurar hoy es un pequeño ciclo de breves artículos que nos permitan a todos estudiar una civilización preterita, quizá más desconocida que otras, pero que nos parece merecedora de una gran atención. Nos estamos refiriendo a los Etruscos, un pueblo que se extendió vigorosamente por Italia central durante centurias y en cuyo periclitar somos testigos de su relevo por la que sería la dominadora del orbe: Roma. Y dicha ciudad es la que de alguna manera actualmente se constituye como un polo de inmenso magnetismo para todo el turismo internacional, ocultando otras muchas maravillas de la región que vale la pena conocer y algunas de las cuales- gracias a mi longeva estancia en la capital de Italia- intentaré resaltar para vosotros. Por ello, os invito a que sigáis mis pasos y os perdáis conmigo en lugares cuyos nombres quizá no hayáis escuchado con anterioridad pero que vaticinan un descubrimiento inolvidable: Cerveteri, Tarquinia, Viterbo,… Os prometo que son enclaves cuya visita no lamentaréis.

El autor de estas líneas en Cerveteri

Etruscos

Apolo de Veyes
Los etruscos eran un conjunto de gentes con un origen aún incierto y polémico que se asentó en una zona espacialmente extensa denominada Etruria y que comprende territorios del Lacio, la Toscana, Umbria… Su lengua es no indoeuropea y por fortuna nos beneficiamos de restos arqueológicos que han permitido su recuperación e inevitable análisis. La cultura etrusca ha influido poderosamente en aquellos que con el tiempo fueron sus herederos, configurándose en una parte más que significativa del material genético de la civilización romana. Su presencia se puede detectar ya sea en aspectos religiosos, artísticos, arquitectónicos u otros menos transcendentes como los lúdicos, etc. Sobre su origen mucho se ha discutido ya desde época clásica, así vemos como Heródoto sostiene la tesis de la procedencia oriental, mientras otros autores difieren de esta opinión, como puede ser Dionisio de Halicarnaso cuyo laudo se inclina hacia sus raíces autóctonas, mientras que Tito Livio apuesta por unos antecedentes septentrionales. Un debate canónico al que habría que añadir otros dictámenes como el que sostiene un sincretismo entre las tres opiniones, siendo veraces y complementarios los anteriores posicionamientos. Un intento de conciliación que recordamos no necesariamente debe ser certero por el simple ánimo de aunar valoraciones.


Anexo I. Necrópolis

Necrópolis de Orvieto
La majestuosidad de las necrópolis evidencia paladinamente el grado de desarrollo de esta civilización, la prosperidad material conseguida, los avances tecnológicos logrados y las habilidades artísticas perfeccionadas por el pueblo etrusco. En ellas quedan plasmados los intensos intercambios comerciales y las relaciones de todo tipo con otras partes del Mediterráneo, las influencias recíprocas en las técnicas utilizadas en sus diferentes manifestaciones de cultura material y los significados compartidos que estas obras mantenían con el exterior. Pero las tumbas también nos auxilian a conocer la estructura social de las ciudades, los detalles de las prácticas religiosas, las ideas del sentido de la vida, la visión de la muerte, todo un imaginario mental con el que estos hombres y mujeres de la Antigüedad entretejían sus existencias.



Cronología y expansión

La civilización etrusca se desarrolla desde el siglo IX a. C y la encerramos en un lapso de tiempo finalizado con la organización administrativa que Augusto realizó durante el cierre del siglo I a. C. Las fases en las que decidimos dividir su trayectoria pueden variar según las perspectivas o criterios utilizados. Pero nos gustaría ofrecer esta breve catalogación que, aunque dista mucho de ser original, cumple con nuestros objetivos didácticos a la perfección:

Fin de la Edad del Bronce (s. X a.C)
Primera Edad del Hierro (s. IX- VIII a.C)
Edad Orientalizante (720-580 a.C)
Edad Arcaica (580-480 a.C)
Edad Clásica (480- 320 a.C)
Edad Helenística (320- 27 a.C)


Vemos pues que nos disponemos ante un dilatado intervalo temporal, es por ello que debemos de tener precaución con todas esas ideas preconcebidas que podamos atesorar sobre una civilización que además se expande por zonas geográficas notablemente diversas. Entra dentro de lo razonable que no sea posible encorsetar a los etruscos en una identidad estática e invariable tanto en el espacio como en el tiempo, siendo esperado un carácter polimorfo dentro de una cierta naturaleza común.

Mapa expansión etrusca
Marco histórico

Quimera de Arezzo
Loba capitolina
La civilización etrusca tuvo un periodo de incubación y maduración pausado, estableciéndose como una parte sustancial del basamento de la cultura que posteriormente gobernó el Lacio. Mencionaremos simplemente de pasada el valor de los yacimientos de la Edad de Bronce y la época villanoviana, cuyos restos aún podemos admirar hoy en día. No obstante, nos detendremos un poco más en subrayar la honda presencia del influjo griego en el mundo etrusco, iniciada en lo que se ha venido a llamar con cierta lógica y poca originalidad su fase orientalizante. Una muestra palpable de esta relación con los célebres griegos la desvelamos en la cerámica, siendo ésta un producto de intercambio comercial entre los dos pueblos. Además somos capaces de observar como parte del panteón etrusco se identifica con las divinidades helenas, un ejemplo simple de ello lo descubrimos en la analogía Tinia/Zeus. 


Anexo II. Religión

Nos relata Tito Livio que los etruscos sobresalían por el interés mostrado en la religión y en todo tipo de prácticas derivadas de ésta. No es de extrañar que dicho plano sea uno de los aspectos en los que más han aportado a la cultura romana, la importancia de la adivinación a través de las vísceras de los animales representa una evidencia. Los etruscos eran politeístas, creían en la predestinación, daban una trascendental relevancia a lo religioso en la vida cotidiana y eran extremadamente supersticiosos. Y así, también, los rayos fueron mensajeros portadores de sentido, en palabras del propio Séneca:

« Hoc inter nos et Tuscos, quibus summa est fulgurum persequendorum scientia, interest: nos putamus, quia nubes collisae sunt, fulmina emitti; ipsi existimant nubes collidi ut fulmina emittantur. Nam, cum omnia ad deum referant, in ea opinione sunt tamquam non, quia facta sunt, significent, sed quia significatura sunt, fiant.» (Seneca, Quaestiones naturales, II, 32.2) [«Entre nosotros y los etruscos, que tienen gran habilidad en el arte de interpretar los relámpagos, existe una diferencia: nosotros creemos que los rayos son emitidos porque las nubes colisionan; según ellos, las nubes chocan para que se produzcan los rayos; pues como todo lo vinculan a la divinidad, son de la opinión que los hechos no tienen un significado cuando se producen, sino que tienen lugar porque deben transmitir un significado»].


Pese a todo, habremos de esperar al ecuador del siglo VI para ser espectadores del apogeo de la expansión etrusca que, gracias a la victoria en la batalla de Alalia y su alianza con los cartagineses, fueron capaces de establecer en toda la península. Un poderío que en un futuro fue discutido, rechazado y aniquilado por Roma. No obstante, ese momento aún no había llegado y debemos anotar cómo los últimos reyes romanos pertenecían a una dinastía etrusca (Tarquinio Prisco, Servio Tulio, Tarquinio el Soberbio), esto de alguna manera nos informa de la autoridad etrusca en los primeros pasos de la más sobresaliente urbe de la Antigüedad. Tras ese titubeante inicio, nacida ya la República romana, localizamos los enfrentamientos bélicos por el control de su entorno más inmediato: las llamadas guerras romano-etruscasY es que pese haber obtenido importantes debacles militares con anterioridad- la derrota naval contra Siracusa en el 479 a. C puede ser un ejemplo- fue la animosidad con esta ciudad en ambiciosa expansión la que marcó su ocaso. Resulta canónico citar el choque de la etrusca Veio con Roma, su asedio e implacable caída ante las tropas romanas. Por otro lado, más bien desde el septentrión, los etruscos también hubieron de sufrir los ataques de las hordas galas en Padania. Sin embargo, como hemos referido, fue la rivalidad con el futuro imperio la que finalmente selló su destino: 294 a. C. puede ser una fecha clave marcada con la agresión a Orvieto que galvaniza la sumisión de todo el Lacio hacia Roma.


Sarcófago de los esposos (Museo Nacional Etrusco de Roma)


Anexo III. Pinturas

Sin lugar a dudas este es el aspecto que más me ha impactado de toda la producción artística etrusca y os invito a seguir mis pasos, repetir el algunas veces errático vagabundeo al que me he abandonado para contemplar por vosotros mismos los frescos todavía visibles en ciertas cámaras funerarias diseminadas en el Lacio y otras regiones limítrofes. A través de ellas podremos avizorar algunos de los banquetes que jalonaban los momentos de ocio, imaginar el sonido de sus instrumentos musicales e intuir siquiera el movimiento de unas danzas atrapadas sobre las paredes de las cámaras mortuorias. En fin, sentir de alguna manera el modo de vida de estas gentes de un mundo casi desaparecido.

Foto realizada en Tarquinia


Las ciudades-estado etruscas

Los etruscos establecieron una alianza de ciudades-estado, se suelen citar doce:

Caisra (Cerveteri), Clevsi (Chiusi), Tarchuna (Tarquinia), Vei(s) (Veio), Velch (Vulci), Vetluna (Vetulonia), Pupluna (Populonia), Velathri (Volterra), Velzna (Orvieto), Curtun (Cortona), Perusna (Perugia), Aritim (Arezzo).

Entes políticamente independientes que a veces aparecían enfrentados entre sí pero que, sin embargo, se reunían periódicamente para la celebración de rituales, competiciones deportivas u otro tipo de actos de eminente carácter político. Las urbes ejercían su imperio sobre un privativo territorio circundante de difícil concreción en la actualidad, gozando de una gran autonomía y específicos objetivos que en el futuro desafío con Roma les iba a costar caro: la falta de solidaridad entre ellas facilitó su propia decadencia y derrota bajo las armas romanas.

En los últimos meses he tenido el privilegio de visitar unas cuantas de estas urbes y es un verdadero placer para mí compartir algunas de las fotos que he tomado mientras intentaba recomponer el mosaico de un pasado desfigurado por los años. Al menos si mantienes la voluntad deliberada de intentar una reconstrucción que resulta imposible, queda como mínimo en tu alcance esbozar un boceto más o menos factible de un escenario no completamente irrecuperable.


Anexo IV. Cerámicas

Muestra procedente del Museo de Cerveteri
Como decía, he tenido la fortuna de poder contemplar cientos de vestigios cerámicos de producción etrusca desperdigados en una cantidad significativa de museos y otras instituciones. Evidentemente sus características varían dependiendo la región e intervalo cronológico del que estamos tratando. Destacar, sin embargo, la influencia griega durante todo el proceso de creación de estos objetos y subrayar su significativo papel para conocer muchos de los aspectos de las costumbres, creencias, mitología… de Etruria.



Como conclusión queremos rememorar la transcendencia de una civilización eclipsada por aquella que inmediatamente le iba a suceder pero cuyo resplandor no llega a desvanecerse del todo, permaneciendo inoculada en los usos y prácticas de los conquistadores romanos. Los etruscos fueron unos excelentes constructores, sólo debemos pasear por la impresionante necrópolis de Cervéterí para darnos cuenta de una habilidad que ha sobrevivido al paso de milenios. Asimismo, la pericia que desplegaban en las artes pictóricas todavía es patente en las cámaras mortuorias aún conservadas, esta vez invito a descender dentro de las tumbas que sobreviven en el entorno inmediato de las murallas de Tarquinia

Anexo V. Alfabeto

Fotografía del Cippo de Perugia
La lengua etrusca, de origen no indoeuropeo, ha suscitado enconados debates entre los expertos, por cuestiones semánticas, relativas al alfabeto o el modo de lectura de los escritos (de derecha a izquierda). La serie alfabética utilizada ya en el siglo VII a. C es de tipo griego occidental. Las más de diez mil inscripciones conocidas informan en su mayor número de indicaciones de carácter onomástico o funerario, formulas sagradas, textos jurídicos y calendarios rituales.


En las próximas entradas nos encargaremos, por tanto, de describir con más detalle los vestigios etruscos que mi peregrinaje por Italia me ha permitido contemplar. Espero y deseo que todo ello suscite en vosotros una grata curiosidad. 

Gracias una vez más por ser coparticipe de Las huellas perdidas de Odiseo.

Un fuerte abrazo.


Sergio D.S.

P.D: Aquí os dejo un enlace de un documental sobre el tema como posible complemento al artículo.


jueves, 11 de febrero de 2016

[PAÍS VASCO] El legado piadoso de Ochoa, una aproximación a los testamentos medievales

Imagen de El séptimo sello, dirigida por Ingmar Bergman
Bienvenidos un día más a una nueva entrada de Las huellas perdidas de Odiseo que esperamos sea otra vez de vuestro agrado. En esta ocasión nos vamos a adentrar en el mundo medieval, en concreto en la tumultuosa Edad Media castellana, valiéndonos de un documento de la época que intentamos recordar. Y es que nuestra intención es hablaros un poco de aquello que hoy queda relegado en nuestras vidas pero que, sin embargo, en aquel periodo formaba una parte importante del mundo cotidiano de las personas. Nos referimos a la muerte, esa triste compañera que siempre nos sigue los pasos y que en un pasado no muy lejano era vista como un fenómeno mucho más natural e incluido en la conciencia de todas las personas. Para ello nos valdremos de un somero análisis de un testamento perteneciente a un pequeño noble vizcaíno llamado Ochoa que vivió entre dos siglos (XIV-XV) y que fue padre del más celebrado cronista vascongado, Lope García de Salazar. Ochoa García de Salazar fue el prototipo de belicoso caballero del espacio y momento que le vio vivir, ornado con un periplo vital azaroso y cruento, pasado que intenta paliar de alguna forma por el bien de su alma en ese último acto de voluntad vital como es el testamento. Las donaciones a la Iglesia realizadas tras el deceso eran el instrumento mediante el cual los hombres intentaban redimir sus pecados y alcanzar la vida eterna en el paraíso, el breve comentario del legado piadoso de Ochoa es, por tanto, el tema principal de este texto.


Anexo I. Donaciones pías

Las donaciones que los hombres y mujeres del Medievo realizaban a la Iglesia formaban parte de un fenómeno religioso de gran calado con repercusiones económicas y sociales muy profundas. El propósito  principal de estos fieles consistía en la voluntad salvífica de la propia alma que se intentaba favorecer a través de las dádivas que el difunto otorgaba a las diferentes instituciones eclesiásticas tras el óbito. Al mismo tiempo se urdía un fuerte vínculo entre vivos y muertos, por medio de las oraciones que los primeros realizaban para los fallecidos o por otro tipo de acciones, como pudieren ser las peregrinaciones a lugares santos bajo encargo de los ya sin vida. Finalmente, comentar siquiera la fuente inagotable de recursos que para la Iglesia suponía este tipo de transferencia de riquezas, siendo un pilar fundamental del poder que conservaba en la sociedad medieval.



Dibujo de la Torre de Muñatones
Ochoa de Salazar (1374-1439) fue un componente destacado de la nobleza del Señorío de Vizcaya con un poderío sobre todo efectivo dentro de este espacio norteño de la Corona castellana, aunque hemos de precisar que no fue capaz de compararse con esos grandes señores alaveses que se vieron aupados en la cúspide del poder del reino con el advenimiento de la dinastía Trastámara. Nos ubicamos ante un pariente mayor que dispone de un amplio haz de diferentes propiedades –como sería el solar del linaje o la casa torre enclavada en él– y fuentes de ingresos, desde aquellas derivadas del patronato de alguna iglesia hasta otras como pueden ser características para este linaje: las representadas por las rentas extraídas de la producción ferrona. No obstante, la crisis bajomedieval también afectó gravosamente al estamento en el que está inserto y así vemos como parte de esta pequeña nobleza reacciona de diversas maneras, ya sea aumentando la exacción señorial a sus dependientes, inmiscuyéndose en las famosas “luchas de bandos” o buscando el servicio remunerado al rey.


Anexo II. Lucha de Bandos

La imagen de estas lizas como meros conflictos internobiliarios ya no es factible y como nos previno en su día el profesor Cortázar, en estas rivalidades se dirime un combate por quién “vale más” pero bajo esta competición se esconde un fenómeno histórico de marcado carácter poliédrico que en su concepción más sencilla adopta una forma trinitaria: el enfrentamiento entre la nobleza rural con sus propios labradores sobre quienes se agudiza la presión señorial en afán de sobrellevar la crisis bajomedieval; el conflicto de esa misma nobleza con las nuevas realidades sociales y económicas representadas por las villas; la encarnizada lucha de los belicosos nobles rurales entre sí mismos (García de Cortázar).


Sobre la religiosidad real de Ochoa poco podemos saber más allá de las clausulas que se encargan de este aspecto dentro de su testamento y éstas mantienen la peligrosidad de quedar únicamente plasmadas a manera de un mero formulismo que no refleja el carácter real de la persona que lo suscribe. Subrayar la azarosa vida de Ochoa, jalonada por los hechos de armas, rapiñas y represión al campesinado, etc. Perfil que por otra parte se corresponde fidedignamente con los otros miembros de su clase, como bien quedará mostrado en la trayectoria vital de su propio hijo y sucesor. Ochoa bandeará briosamente en las disputas nobiliarias, su rivalidad con los Velasco es un excelente ejemplo; el papel activo como represor de las revueltas originadas contra el excesivo influjo señorial también nos fue evidenciado en su socorro al señor de Ayala en el alzamiento del valle de Leniz de 1423 contra Pedro Vélez de Guevara; por fin, vemos como probable una vida de excesos propicia para todo tipo de abusos contra las gentes de menor condición.





Anexo III. Lope Garcia de Salazar, sus Bienandanzas y Fortunas

Lope García de Salazar (1399-1476) es el más famoso cronista medieval de la Edad media vasca. A él debemos la monumental obra de las Bienandanzas y Fortunas, un compendio que supone un rico manantial de noticias de la época que le vio nacer. En estas páginas podemos descubrir la belicosidad de la nobleza vascongada del tiempo, sus luchas internas o las pugnas contra las cada vez más poderosas ciudades del territorio. En este sentido el propio Lope García de Salazar puede ser un paradigma de esta clase de hombres, tras una vida llena de pendencias por la que incluso se ganó un exilio en la frontera para luchar contra los moros- después de un edicto de Enrique IV- murió preso a manos de su propia familia en su torre-fortaleza de Portugalete. Te recomendamos leer la nueva edición de su historia pergeñada a manos de María Consuelo Villacorta Macho.

María Consuelo Villacorta Macho


Revuelta campesina


La postura con la que el hombre se enfrenta a la muerte, la forma que tiene éste de abrazar su finitud y cómo se prepara para el juicio que decidirá su destino por toda la eternidad guarda una singular trascendencia y queda notablemente dibujada en la práctica testamentaria, siendo la tipología de documentos que se insertan en este campo los predominantemente utilizados por los especialistas para la aprehensión del fenómeno mortuorio. En estos textos, junto a las disquisiciones teológicas con las que dan comienzo, se incluyen unas cláusulas en las que se detallan las donaciones pías, aquellas disposiciones destinadas a facilitar la salvación del alma, quedando establecidos con ellas los medios para sufragar este fin. No es de extrañar por tanto que algunos autores hayan considerado esta práctica como un medio de preparar un “pasaporte para el más allá” (Le Goff).

Anexo IV. Documento testamento Ochoa García de Salazar

"En el nonbre de Dios e de Santa María su Madre, amén. Sepan cuantos esta carta de testamento y mandas bieren cómo yo Ochoa de Salazar caballero, morador en Sant Martín de Somorrostro, estando enfermo del cuerpo y sano de la voluntad cual Dios Padre me lo quiso dar e prestar e aviendo temor de la muerte porque natural cosa es que todos los que en este mundo nacen an de finar e por lebar la mi ánima a la más libre carrera a juicio de Dios e por mis herederos apaziguar.Conosco e otorgo que fago e ordeno y establezco este mi testamento y mandas éste que muestra la mi postrimera voluntad. Primeramente, mando la mi alma a Dios Padre que la crió e la redimió por la su preçiosa sangre e mando que si de mí algo aconteçiere cosa como de muerte que entierren el mi cuerpo en la iglesia de Sant Martín de Somorrostro delante el altar e mando que me entierren con ábito de San Françisco e mando que den al fraile que diere el ábito para mi cuerpo otro ábito nuevo.Iten mando más, que traigan por mi alma un cautibo de tierra de moros e que den para lo quitar treinta coronas de oro del cuño de Françia. Iten más mando, que den por mi ánima un romero a la iglesia de Santa María de la Peña de Françia e que inbíen con el dicho romero para la obra de la dicha iglesia de Santa María çien maravedís. Iten mando más, que fagan dezir en Sant Martín de Somorrostro donde mi cuerpo yaze enterrado en cada semana para siempre jamás tres misas en esta guisa, la una en el domingo e la otra en el lunes e la otra en el viernes. E que las digan los clérigos de la iglesia de San Julían de Musques e que les den por ello a los dichos clérigos de Sant Julian la mi viña que yo en Sobarbardun en la colaçion de san Julián de Musques que es ateniéndose: de una parte la pieça de tierra de parral que fue de Juan Françes, e de otra parte al camino e de otra parte a la Varrera, e de otra parte a las tierras y heredades de La Magdalena, e de otras parte a las Biñas que fueron (en blanco). Pero con tal condiçion les mando que si mis herederos la quisieren tener e labrar y esquilmar que la puedan tener con tal condiçion que en cada año por siempre jamás den a los dichos clérigos porque digan las dichas tres misas en cada semana trezientos maravedís, pero si los dichos mis herederos quisieren desipar e dexar a perder la dicha viña por tal guisa que se perdiese la dicha renta d´lla, en tal caso mando que los dichos clérigos la puedan fazer e reparar por tal guisa que se non pierda la dicha renta de los dichos trecientos maravedís. Iten mando más, que fagan dezir por mi alma en todas las iglesias de Galdames e Sopuerta e Somorrostro e Portogalete en cada una diez misas e se den por dezirlas a los clérigos o religiosos que las dixieren lo que es acostunbrado. Iten más mando, que de mis bienes fagan más ancha la dicha iglesia de Sant Martín adonde mi cuerpo ha de yacer segund a los mis fijos vien bisto les fuere. Iten más mando, que fagan la dicha capilla de la dicha iglesia de Sant Martín donde mi cuerpo ha de yazer enterrado. Iten mando más, un trentanario e que las diga Juan, abad de Sant Martín (...)".

(BRAH, Colec. Salazar, M-140, fols. 313-314) Transcripción realizada por Sabino Aguirre de Gandarias.



Descubrimiento de un cráneo
Una vez leído este fragmento es flagrante desde el comienzo la similitud con la de otros escritos de misma clase oriundos de las restantes regiones de la Corona y del occidente cristiano (invocación, preámbulo justificativo, concesiones pías en beneficio del alma, disposiciones relativas a los bienes terrenales, etc.). Desde un primer momento nos declara el objetivo que le induce a componer por escrito sus últimos deseos y éstos no serán otros que procurar su salvación final en el venidero laudo divinal que le espera y al mismo tiempo, apaciguar a sus herederos. Evitar las querellas relativas a los bienes materiales del finado que pudieren surgir una vez que el hecho inexcusable y natural de la muerte se llevase del mundo terrenal al temeroso Ochoa. Miedo y enfermedad que no le impiden declarar que está en completo uso de sus facultades mentales, factor esencial para que no hubiese reticencias legales en el cumplimiento de estos últimos mandatos. Un juicio divino es lo que en última instancia le aguarda al difunto, en donde se le evaluaría por las acciones llevadas a cabo durante su periodo vital y se decide si el porvenir que le aguarda es la salvación de su alma o por el contrario estaba destinado a sufrir la condenación eterna.


Calle García Salazar en Bilbao

Como conclusión queremos destacar la importancia de este tipo de documentos para descubrir la mentalidad de las personas que vivieron en un pasado tan remoto y cuya forma de ser se nos escapa por la escasez de fuentes históricas existentes. Pese a encontrarnos con un tipo de textos que en ocasiones caen en el formulismo, debemos de tener en cuenta que se tratan de unos documentos muy personales que de alguna forma reflejan la actitud más íntima que un individuo mantiene cuando se acerca el momento de su fallecimiento. Al mismo tiempo, somos capaces de vislumbrar otros aspectos más mundanos  de la existencia en este intervalo cronológico pues el elemento clave del testamento es la decisión sobre los bienes materiales que el difunto poseía en vida. Nos sirven pues para conocer numerosos detalles sobre el sistema social y económico en el que  estaba articulado el personaje en cuestión. Animamos por todo ello a la lectura detenida y sosegada de la voluntad de estos hombres.

Muchas gracias un día más por vuestra paciencia y atención.

Hasta la próxima entrada de Las huellas perdidas de Odiseo.

Un abrazo.

Sergio D.S.

Bibliografía

- AGUIRRE GANDARIAS, S.: Lope García de Salazar : el primer historiador de Bizkaia (1399-1476), Diputación foral de Bizkaia-Departamento de cultura , 1994 .
- ARIÈS, P.: El hombre ante la muerte, Taurus, 1983.
DACOSTA, A.: Los linajes de Bizkaia en la Baja Edad Media: poder, parentesco y conflicto, Universidad del País Vasco, 2003.
- LOPE GARCÍA DE SALAZAR: Libro de las buenas andanças e fortunas que fizo Lope Garcia de Salazar, Universidad del País Vasco (Edición de María Consuelo Villacorta Macho).