En los últimos años las noticias referentes a China se han multiplicado exponencialmente gracias tanto al espectacular progreso económico del que se ha beneficiado, como a su conversión en una gran potencia mundial capaz de cuestionar la actual hegemonía de Estados Unidos en el plano internacional. La pujanza y modernización de la economía de esta nación les permite una posición más decidida en las relaciones con otros países de su entorno más inmediato, la pugna por los recursos naturales del mar del Sur de China es un ejemplo. El salto hacia delante de esta antigua civilización ya se ha producido, es una realidad que los occidentales debemos reconocer e incluso aceptar sin miedo puesto que podemos favorecernos de dicha circunstancia. Con ánimo de proporcionar cierta luz ante unas perspectivas aparentemente sombrías creo que también sería productivo llamar la atención al fenómeno de apertura, diálogo y colaboración fomentado en este país desde el pasado más reciente.
El gobierno chino lleva un tiempo intentando reforzar una imagen de cooperación que disipe los eventuales temores hacia un hipotético liderazgo mundial de este gigante asiático. Asimismo, esta distensión se debe a factores internos como son el aumento considerable de los recursos económicos, la mejor calidad de vida y un superior nivel educativo de sus propios ciudadanos. Por otro lado, las innovaciones tecnológicas en los medios de difusión de información, comunicación, transporte, etc. han propulsado el intercambio de ideas, galvanizando paralelamente la producción cultural y artística del país. Lejos queda la desastrosa Revolución cultural, ahora nos topamos ante una sociedad moderna con un notable poder adquisitivo y que demanda una amplia gama de productos para el consumo.
¿Podemos beneficiarnos los españoles de este fenómeno aperturista chino? Mi respuesta es clara y rotunda: sí. Para ello debemos avivar nuestro espíritu emprendedor y de aventura, algo que nunca nos ha faltado y así lo hemos demostrado a lo largo de la historia. En primer lugar nuestra lengua es una de las más habladas del mundo, manteniendo una importancia cultural, económica y diplomática de primer orden. Sirva como mera muestra la posición privilegiada en la que nos situamos como puente de unión entre la Unión Europea y Sudamérica. Una América Latina que atesora una gran relevancia geoestratégica para unas multinacionales chinas que con denuedo se expanden por dicho continente. Como corolario, no es de extrañar que el aprendizaje de español en China se haya favorecido de un incremento cuantitativo muy significativo en todos los niveles (secundaria, universidad…) y que el número de jóvenes chinos cuyos estudios se realizan en España sea diez veces mayor que hace una década.
Y precisamente en nuestra lengua fue como me comuniqué días atrás con el embajador argentino en Pekín mientras visitaba el centro dónde trabajo. Nuestro tema de conversación, el motivo de su llegada y otra de nuestras posibilidades de inversión coinciden en una misma actividad, el fútbol. El interés que suscita tal deporte en este pueblo oriental también está en pleno crecimiento, como así lo evidencia el progreso de la Superliga. No obstante, aquí no acaban las posibilidades: moda, turismo, sector alimentario, producción cultural…todo un piélago de oportunidades de inversión para un mercado inmenso en una economía que ya es la segunda del mundo.
Para finalizar, recordamos la existencia de una serie de fenómenos que hacen de la globalización una realidad inevitable como son las revoluciones de los transportes y comunicaciones, el advenimiento de una nueva era digital, la emergencia de otras potencias (China, India…), etc. Frente a este escenario caben actitudes ciertamente opuestas, desde construir muros o intentar separar territorios íntimamente unidos durante centurias, hasta aquella inteligente donde se buscan nuevas vías de encuentro que favorezcan el avance de todos. En este último sentido cabe destacar el ambicioso proyecto de la nueva ruta de la seda. Un plan ideado, nutrido y abanderado por una China que este mayo se exhibe como anfitriona de una cumbre sobre dicho propósito a la cual asistirán más de veinte jefes de estado. Una reunión que por sí sola ya constituye un cuento chino para otro día.
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En un parque de Pekín con otros profesores |